jeudi 21 février 2013

Las ideas anexionistas

Entre una larga lista de héroes y mártires que lucharon por el ideario anexionista aparecen nombres de la talla de Cisneros Betancourt, Narciso López e Ignacio Agramonte Loynaz

Las ideas anexionistas incumbieron a los distintos gobiernos Norteamericanos y a un buen sector de la población criolla. Por lo que la poderosa burguesía cubana ofreció el capital necesario a los Estados Unidos para facilitar que estos compraran las islas de Cuba a España, sin soslayar el empleo de otras tácticas más directas y crueles como fueron los distintos desembarcos armados que se producían con el fin de arrebatarles por medio de la fuerza una de las dos últimas posiciones que conservaba la Corona en el Caribe. 


En ese afán nacieron la bandera y el escudo que posee actualmente Cuba, los que simbolizaban la anexión de las islas a los Estados Unidos, originalmente en un lateral del escudo aparecía situada la bandera norteamericana y en el otro la bandera con la estrella solitaria, estrella que encarnaba el ideal de pertenecer a la constelación de la insignia nacional de Lincoln. Entre una larga lista de héroes y mártires que lucharon por el ideario anexionista aparecen nombres de la talla de Cisneros Betancourt, Narciso López e Ignacio Agramonte Loynaz. 

El dinero criollo junto a grandes intereses económicos y anexionistas da por el trasero a Tacón que se ve obligado a abandonar las islas, mermando el nerviosismo de unos y otros grupos en pugna. Sin embargo mientras por un lado no cejaban las intenciones de pertenecer a la Unión de Estados Americanos, por otro maduraba la idea independentista. 

Ciertamente la no incorporación de Cuba a Norteamérica se debió a tres factores fundamentales; el primero y sin duda se produjo por razones internas de la Unión, ya que el peso de la política exterior de las ex colonias británicas era llevado por el norte industrial frente al sur esclavista, y la incorporación de un nuevo Estado esclavista a los Estados Unidos fortalecería a los del sur. El segundo factor lo supuso Inglaterra y Francia que oteaban recelosas y no se concebían dispuestas a permitirle a los Estados Unidos que se anexara a Cuba. Por su parte la Unión comprendía perfectamente que aún no habían madurado las condiciones. Por último España necesitaba desesperadamente el dinero que salía de las islas, además tenía la quimera de restablecerse en América, esto hacia que considerara a Cuba como bastión esencial para ese fin.

La guerra de 1868 fue una guerra civil entre el Oriente y el resto de la isla grande debido a que los hacendados cubanos del centro y occidente, financiaron la campaña militar de la metrópolis en Cuba. Otros querían asegurar sus negocios anexando las islas a los Estados del Norte, mezclando sus fortunas en la suma de cien millones de dólares que ofrecían los americanos para ese fin, los adinerados Aldama, Terry, Izuaga y Brunet junto a otros hicieron o propiciaron el crecimiento de sus finanzas a costa de la guerra hispano-cubana como bien señala José María González en su exposición “Cuba, Independencia y Revolución”. 

El trapicheo entre cubanos y americanos dejo grandes dividendo a éstos, vendían armas para independentistas y para los españoles, al mismo tiempo posicionaban rentables negocios en Cuba. De todos modos las tres guerras; la de 68, la Chiquita y la del 95 fueron encarnizadas, dejando una economía destrozada y un ablandamiento progresivo de la tozudez de España con relación al capital extranjero, sobre todo el inglés y el americano. Por ejemplo, en las dos últimas décadas del siglo decimonónico el comercio azucarero vendía casi exclusivamente al trust de Nueva York. Sobre el agotamiento de las arcas tanto de españoles como de criollos se asentó el capital financiero norteamericano. 

El “imperio español” terminaba firmando vergonzosos contratos comerciales con Estados Unidos, ello permitió al cíclope del norte anexarse económicamente a las islas de Cuba. En el año “1890 Cuba dependía en un 95% de sus exportaciones y en un 90% de sus importaciones de los mercados norteamericanos”. ( ) La anexión política la propició el accidente del Maine. Lo que siguió vino con extravíos y aciertos, Cuba a pesar de todo llegó a ser uno de los países más prósperos, Estados Unidos destinaba tanto capital para las islas que prácticamente superaba al que disponía para el resto de América Latina. La democracia careció de colores fuertes en toda la etapa capitalista. Las islas no llegaron a hacer tuteladas y defendidas como un Estado de Norteamérica, los cubanos carecían de libertad política y económica, pues los yanquis mandaban a medias y los cubanos decidían sólo la mitad. 

No obstante han existido y existen otras opiniones como la definición de la República capitalista que Fidel Castro vio y dio a conocer en su alegato de autodefensa “La Historia me Absolverá” por el asalto al cuartel Moncada en el año 1953, en aquel momento expreso: “Había una vez una República. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades; Presidente, Congreso, Tribunales; Todo el mundo podía reunirse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo… Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales, de la radio, programas polémicos de televisión actos públicos y el pueblo palpitaba de entusiasmo”. Ya es conocido que ninguna de las enunciaciones de aquella realidad ha sobrevivido en su gobierno.

Extracto del artículo "Cuba el futuro es hoy" www.elveraz.com

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