jeudi 28 mars 2013

¿Qué es una economía mixta, y por qué es inherentemente destructiva?

Hace ya mucho tiempo que no hay capitalismo: somos una economía mixta, es decir, una mezcla de capitalismo y estatismo, de libertad y controles. Una economía mixta es un país en proceso de desintegración, una guerra civil de grupos de presión saqueando y devorándose unos a los otros.


Una economía mixta es una mezcla de libertad y controles — sin principios, normas, o teorías que definan ni la una ni los otros. Dado que la implementación de controles exige y conduce a controles adicionales, es una mezcla inestable y explosiva que, en última instancia, tiene que acabar derogando los controles o acabar en el colapso de una dictadura. 

Una economía mixta no tiene principios que definan sus políticas, sus objetivos, sus leyes – ni principios que limiten el poder de su gobierno. El único principio de una economía mixta – que, forzosamente, ha de permanecer sin nombrar y sin reconocer – es que ningún interés de nadie está seguro, que los intereses de cada individuo están expuestos en subasta pública, y todo vale para cualquiera que pueda salirse con la suya. Tal sistema – o, más exactamente, anti-sistema – divide a un país en un número cada vez mayor de grupo enemigos, grupos económicos luchando entre sí por su auto-preservación, en una mezcla indeterminada de defensa y ataque, como la naturaleza de esa ley de la selva exige. Mientras que, políticamente, una economía mixta mantiene la fachada de una sociedad organizada con una apariencia de ley y orden, económicamente es lo equivalente al caos que rigió a China durante siglos: un caos de pandillas de ladrones saqueando – y drenando – los elementos productivos del país.

Una economía mixta consiste en el gobierno de los grupos de presión. Es una guerra civil amoral e institucionalizada de grupos de intereses especiales y de influenciadores, todos luchando por agarrar un control momentáneo de la maquinaria legislativa para extorsionar algún privilegio especial a expensas uno del otro, a través de un acto de gobierno – o sea, por la fuerza. 

Cuando faltan los derechos individuales, cuando faltan todos los principios morales o jurídicos, la única esperanza que tiene una economía mixta de preservar su precaria apariencia de orden, de contener a los grupos salvajes de rapiña desesperada que ella ha creado, y de evitar que el saqueo legalizado se convierta en un saqueo ilegal, cotidiano, de todos contra todos – es hacer concesiones, concesiones de todo tipo y en todos los ámbitos – material, espiritual, intelectual – para que ningún grupo se salte la línea de exigir demasiadas cosas y derrube toda esa podrida estructura. Para que el juego pueda continuar, no se puede permitir que nada se mantenga firme, sólido, absoluto, intocable; todo (y todo el mundo) tiene que ser fluido, flexible, indeterminado, aproximado. ¿Cuál es el criterio que ha de guiar las acciones de cada uno? La conveniencia de cada momento inmediato.

El único peligro para una economía mixta es cualquier valor, virtud o idea que no admita concesiones. La única amenaza es cualquier persona, grupo o pensamiento intransigente. El único enemigo es la integridad.

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