samedi 27 juillet 2013

La oposición se hace en Cuba

 | Por Jorge Olivera Castillo

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Uno de los frenos más visibles de la oposición cubana radica en el notable número de líderes y militantes que toman la ruta del exilio. En más de 20 años, he visto partir a centenares de valiosos luchadores prodemocráticos, los cuales dejan un vacío muy difícil de llenar.
Es lamentable que se siga esgrimiendo la extravagante idea de que tras una temporada en estas lides, se adquiera el derecho de expatriarse.
Los defensores de esa tesis alegan que se trata de una carrera de relevo. No reparan en los años de experiencia perdidos y en lo complicado que resulta el surgimiento de personas comprometidas, valerosas y con capacidad para el liderazgo. Muchas agrupaciones han desaparecido por causa de esa práctica, que no deja de repetirse, al margen de las razones que la provocan.
Sin caer en vanas generalizaciones, es triste comprobar que entre los fines más deseados de una notable cantidad de opositores, se encuentra la oportunidad de marcharse al exterior cuanto antes. No es mi intención reprochar aptitudes libremente escogidas. Solo quisiera subrayar que estas opciones malogran la efectividad de nuestras estrategias.
Habría que delimitar entre los exilios movidos por la saturación de las adversidades y los que tienen como fundamento una serie de justificaciones de dudosa sustentabilidad argumental. Hay opositores a los que no les ha quedado otra alternativa que salir con urgencia del manicomio totalitario. Sin embargo, otros se encuentran a buen recaudo gracias a una no siempre justificable relación de sus motivaciones.
El hecho de que hoy los movimientos opositores de corte político o civilista se hayan extendido por toda la Isla, no es suficiente para ubicarlos más allá de lo testimonial. En términos cuantitativos, todavía están lejos de contar con membresías de cuatro dígitos, lo que refrenda las escasas posibilidades de convertirse en un referente.
La combinación de las medidas coercitivas del régimen con el imparable flujo de exiliados, explica, en parte, los retrasos en todos los proyectos que reivindican un Estado de Derecho en Cuba. Tres pasos adelante y uno o dos hacia atrás, es una forma de ilustrar la lentitud con que progresan las iniciativas liberalizadoras en el más amplio sentido del término.
Y es casi imposible esperar una modificación de los escenarios. Con toda responsabilidad, se puede asegurar que una parte significativa de los cubanos, opositores o no, continuarán priorizando la fuga.
El miedo es una reacción natural en los seres humanos. Además, el carácter y la voluntad para enfrentar por largo tiempo a una dictadura, no han sido nunca actitudes de mayorías. Por tanto, lo aquí planteado no puede entenderse como una anomalía.
Simplemente hay que aceptarlo como respuestas naturales ante una dictadura que pasará a la historia como una de las más prolongadas, impunes y crueles de las que han asolado a la humanidad, desde la segunda mitad del siglo XX.

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