lundi 27 août 2012

Deshaciendo mentiras: El acorazado Maine


Investigaciones perfectamente documentadas y concordantes prueban que un grupo de francmasones vinculados a algunos banqueros de Nueva York y La Habana fueron los autores intelectuales de la voladura del USS Maine durante la madrugada del 15 de febrero de 1898.
Se trataba del barco de mayor tamaño jamás construido en un astillero americano. El buque, siguiendo su protocolo, llegó a La Habana el 25 de enero, sin invitación alguna, fondeando en el puerto, careciendo del permiso del Gobierno Autonómico, instalado en Palacio de Villalba, el primero de enero de ese mismo año.

Al día siguiente de la explosión, ya se sospechaba en La Habana que algo extraño había sucedido, sobre todo, porque la mayoría de los oficiales norteamericanos estaban de fiesta en tierra. El USS Maine tenía una tripulación mixta de 81 extranjeros, 67 marineros negros y más de 80 chinos y mulatos en un personal de 318 marineros y 22 oficiales. La casi totalidad de los muertos fueron extranjeros, chinos, mulatos y negros.
Una suspicaz comisión de investigación llegó a La Habana, el día 21 de febrero, a bordo del USS Mangrove. El abogado investigador de la Armada norteamericana, Adolfo Marix, descubrió casi enseguida las causas de la explosión, informando a sus superiores que el motivo de la destrucción del acorazado no fue causado por una explosión del combustible, sino por una mina colocada a propósito debajo del barco.
 Un buzo llamado José Barquín apodado “Pepe Taco” detonó el explosivo para hacer naufragar al acorazado. Se sospecha que utilizaron una mina de 100 kilogramos. El barco “Bucanero”, perteneciente al judío Randolph Hearst dueño del matutino jingoísta “el Heraldo” de Nueva York probablemente trajo el dispositivo explosivo al puerto.

Dicha embarcación había anclado en la bahía de La Habana también sin permiso, el día 9 de febrero. por estas razones fueron multados y expulsados días después. Testigos oculares vieron al Bucanero, tarde en la noche, próximo al USS Maine.
El hecho de que la explosión la produjera una causa externa fue inmediatamente establecido. Al principio se dijo que la causa del hundimiento la había provocado una explosión de combustible, causada esta por un incendio accidental; pero los investigadores se dieron cuenta enseguida, que ya se había consumido la mayor parte del carbón adyacente al lugar de la avería, sin olvidar, que la mampara del depósito de carbón, concebida a tal efecto, impediría que una tal explosión aconteciera. Pero la evidencia definitiva que saltaba a la vista, era que el hierro de la quilla estaba retorcido hacia arriba, mostrando claramente la tesis de una explosión fuera del casco.
Marix reportó que los francmasones implicados habían ofrecido a José “Pepe Taco” Barquín 6.000 dólares. Barquín el autor material del siniestro murió asesinado días después. Los guardias españoles liquidaron a un segundo buzo en un bote que merodeaba cerca del USS Maine en la oscura noche del siniestro. Ellos habían lesionado a un tercer buzo esa noche. El sagaz Marix informó que los conspiradores estaban envenenando a este último en la cárcel donde pernoctaba y que estaba a punto de enloquecer.
Como se sabe, este oscuro episodio desencadenó la declaración de guerra del presidente Mc Kinley. En un próximo artículo veremos cual fue el papel de los “patriotas” cubanos al final de la guerra y cómo el lugar de defender los intereses de la nación apoyaron la intervención norteamericana, sabiendo que esta conduciría a una ocupación de imprevisibles consecuencias.

Ferrán, 27 de agosto 2012.

Adaptación de un artículo aparecido en el blog: ttp://www.angelfire.com/hi5/cubaqui/index.html


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