mercredi 26 septembre 2012

Cría Cuervos que te sacarán los ojos…

Abel Prieto

Los recientes comentarios de Abel Prieto prueban algo que ya sabían muy bien todos los conocedores de la situación cubana. Los dirigentes de Cuba están completamente desvinculados de la realidad nacional. Las razones de esta descoordinación son numerosas pero reales, lo prueba este ejemplo concreto, pero también el cotidiano actuar de toda una élite de quita y pon, que no posee más legitimidad que la de la fuerza, la costumbre y la desidia.
Sin embargo lo que llama la atención aquí no son las trasnochadas declaraciones del ex alto funcionario, sino las reacciones violentas de quienes lo critican. El intelectual es una especie particular dentro de la fauna política socialista, no sólo de Cuba. Todas las naciones que poseen un Ministerio de la Cultura padecen del mismo problema: una superabundancia de intelectuales que medran a la sombra de una concepción de la sociedad que les protege y justifica. Es el precio –altísimo- que pagan por existir, sin más legitimidad que las que se acuerdan los unos a los otros.
La protección del poder les brinda becas, viajes y publicaciones. Algo que sería difícil obtener si de sus propios “méritos” intelectuales dependiera. Atacar a Abel Prieto no absuelve del compromiso de todos los que, durante casi sesenta años dentro de Cuba y fuera de ella, aceptaron mansamente el cuadro que se les ofrecía: “Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada” e integraron entonces, a sabiendas,  las estructuras  creadas por el castrismo para controlar y yugular sus palabras y sus pensamientos.
Así pues, dentro del socialismo, los intelectuales han de ser contenidos para protegerlos de sus propios excesos. De vez en cuando, dentro de sus filas surge alguien que con gran lucidez e ingenio, medra más que los demás y alcanza un real poder, dentro del que mueve sus hilos para beneficio propio. Es el caso del ex ministro, con una diferencia de talla mayor. Todos se recuerdan del absolutismo de Nicolás Guillén en la UNEAC y de sus caprichosos gallos y gallinas que circulaban por los pasillos; no olvidemos que nuestro insigne poeta falleció ahogado dentro de su propia soberbia, aprobando con los ojos cerrados todos los desmanes del castrismo.
Abel en cambio, sabe poco de lo que pasa en Cuba, lo concedo, pero durante sus muchos años al frente de la UNEAC,  facilitó, haciéndose de la vista gorda, o interviniendo directamente, la salida definitiva o temporal de numerosos “intelectuales” que a estas horas estarían vediendo refrescos de a peso por las calles; por eso se merece, al menos, un poco de conmiseración. Él ha sido para muchos, de nosotros salvando las distancias, claro, el Arístides de Souza Mendes o si se prefiere, el Oskar Schindler cubano. Algunos de los que actualmente ponen el grito en el cielo, culpándolo, no por su ignorancia –que es grande- sino por despecho (el señor Prieto con su mediana calidad literaria, representa todo lo que ellos no pudieron, o no supieron, obtener dentro del castrismo) deberían recordarlo y tener la amabilidad de dejarlo correr con una sonrisa en los labios. El resto es una pérdida de tiempo.

ACC, 26 de septiembre de 2012

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