samedi 19 janvier 2013

EL FEDERALISMO, UN FANTASMA ESPAÑOL

EL FEDERALISMO, UN FANTASMA ESPAÑOL


OPINIÓN


JOSE Acosta 16/01/2013

Un fantasma recorre España desde el siglo XIX, el federalismo, al que ahora lleva a hombros un PSOE en descomposición, el químico Rubalcaba buscando futuro al espectro y el ferviente Griñán viendo en Andalucía su "tierra prometida".

La demostración primordial de que en España no ha habido federalismo, ni pudo ni puede haberlo, se halla en el primer Estado Federal del mundo, el de EEUU. Y se extrae de las Actas --que publicó Max Farrand-- de la Convención constituyente de Filadelfia, de 1787, para la que la Constitución federal (que refrendan los 13 Estados en 1789) tenía como objetivo esencial lograr "a strong national government" ("fuerte gobierno nacional"), "un sistema político nacional", según el americano J. Turner. Pero será en Europa donde el alemán Georg Jellinek, el mayor tratadista, en su monumental Teoría General del Estado (1900) eleve a principio general la invención americana, afirmando: "La fundación del Estado Federal es un hecho nacional". Que explicitará George Vedel, el prestigioso decano de Derecho de la Sorbona en 1956: "Para los EEUU federación significaba unificación, el federalismo es centralizador. Todas las luchas fueron en sentido de unidad". Y en Suiza, para el gran constitucionalista J-F Aubert (1982), el movimiento helvético de la Regeneración de 1930 "es ya una obra nacional, como lo será el federalismo suizo desde sus comienzos".

Frente a todo ello, lo que en España se llamó "federalismo" fue ajeno a la construcción nacional, o fundamental función nacionalizadora del genuino federalismo. Y ello fue porque, aun con todos sus defectos, tal función se cumplió aquí por otra vía, la de la revolución liberal aneja, a la muerte de Fernando VII, a la primera Guerra Carlista, la de "los siete años" (1833-1839), ferozmente sangrienta y liquidadora de los fueros vasco-navarros. Con los que desaparecen las fronteras y aduanas interiores que separaban el Norte del resto de España y se consigue la unificación del mercado español, a la que seguirá la Constitución de 1837, que, aunque en su Preámbulo, consagra "la soberanía nacional". Y pese a que tal proceso se ralentizó al reducirse a dos años la revolución de 1854, la unidad territorial de España se consolidará con la II Guerra carlista, de los 70, y con ello la derrota definitiva del confederalismo foral. Ello será lo que aquí quite razón de ser, sentido, al federalismo. Con lo que tuvo que ver el "saltar en pedazos" en 1874 el Partido Republicano Federal español, creado en 1871, tras una agónica República de 11 meses, 4 presidentes y 4 "federalismos": organicista, confederalista, krausista y el de Castelar, americanizado pero ya infecundo dada la unidad territorial y nacional conseguidas. Así, el Proyecto de Constitución Federal de 1873 no podía contener más que descentralización: "Se reducía a una amplia descentralización de base regional" (A. Balcells, Siglo XXI, 1977). Y sólo descentralizadoras podrían ser las constituciones de 1931 y 1978, una en pos del "Estado Integral" y la otra del Autonómico, pero éste ya con peligrosas grietas confederales: las nacionalidades vasca y catalana implícitamente reconocidas, con el "derecho a decidir" en las cartucheras, y la Disposición Adicional 1 de la Constitución reconociendo "los derechos históricos de los territorios forales", con vuelta, pues, al confederalismo hispano, renovado por el conservador Cánovas, en 1876 (por afinidades católicas-apostólicas con el vasquismo), con el sistema de Concierto. En fin, el PSOE debería descargarse ya, en su vía crucis político, del espectro del federalismo y leer al eminente socialista de la II República, Luis Jiménez de Asúa, presidente de la Comisión Constitucional (cuyo mentor fue el aún más importante socialista Fernando de los Ríos, traductor de Jellinek): su gran Discurso de Presentación de la Constitución, libros de 1932 y 1946, conferencia de 1943 en el Ateneo Dominicano, ctc., y aprendan de él: "No hablamos de un Estado federal, porque federar es reunir- Dije siempre que no se podía hablar en España de federación porque federar es unir y nosotros estábamos unidos, y no podíamos federar lo que unido se hallaba... La Constitución de 1931 no es federal ni federable". Tampoco la de 1978.

La explicación más irónica y eficaz del "federalismo" español la dio Unamuno a la prensa neoyorkina: "Sepan que lo que en España se llama federalismo no es lo de ustedes, federar es allí desfederar, no unir lo que está separado, sino separar lo que está unido" (The New York Times , "Promesa de España"). En realidad, a "lo federativo" se le expulsó del artículo 1 de la Constitución de 1931 --"La República española constituye un Estado integral de tendencia federativa"--, cuando Ortega y Gasset, diputado, denunció su incompatibilidad con el principio autonómico, que "en sí contenía la indiscutible soberanía indivisa del Estado".

* Catedrático de Derecho
Constitucional jubilado

1 commentaire: