lundi 18 février 2013

Más se perdió en Cuba

Ramón Blanco y Erenas, Marqués de Peña Plata (San Sebastián, 1833 – Madrid, 1906). En 1897 es nombrado por Sagasta Capitán General de Cuba, por segunda vez, sustituyendo Valeriano Weyler, estableciendo la autonomía. Le tocó enfrentar tanto a los insurrectos criollos como la invasión norteamericana a la isla la cual tuvo que entregar e los Estados Unidos acatando órdenes de Madrid. Foto: Archivo Nacional de la República de Cuba


¡ Ay, las madres! ¡ Cuanta sangre y cuántas lágrimas se va a derramar en esta revolución a que voy a lanzar a mi país!
José Martí

¿A quién debe Cuba su separación de España?


La cuestión podría ser respondida de manera sencilla: a la incapacidad que tuvo España de tratar a Cuba como a sí misma. Pero el sentido de este título es otro: es conocer cual fue el factor determinante y de última hora en la perdida de la soberanía española en Cuba.
La intervención norteamericana en la guerra cubano-española deja sentada una pregunta la de sí, la isla caribeña, le debía su independencia a los Estados Unidos, a la que el nacionalismo cubano ha tratado de dar una respuesta tajante desde hace tiempo.
Para aclarar el acertijo no nos podemos acercar al tema de la manera dogmática y estrecha que nos imponen las ideologías de estado.
Al responder la interrogante no puede pasarse por alto que el ejército cubano hizo armas en toda oportunidad que tuvo junto al norteamericano. El independentismo hizo coso omiso al armisticio unilateral decretado por Ramón Blanco y Erenas el 10 de abril del 98.
Y repudió llamado hecho por el último gobernador español del al isla, en su carta del 5 de Marzo 1898, al General Máximo Gómez, buscando la una alianza entre cubanos y españoles contra las fuerzas interventoras enviadas por McKinley.

Señor:
Con la sinceridad que siempre ha caracterizado todos mis actos, me dirijo a usted, no dudando por un momento que su clara inteligencia y nobles sentimientos, los que como enemigo honrado reconózcole, harán acoger mi carta favorablemente.
No puede ocultarse a usted que el problema cubano ha cambiado radicalmente. Españoles y cubanos nos encontramos ahora frente a un extranjero de distinta raza, de tendencia naturalmente absorbente, y cuyas intenciones no son solamente privar a España de su bandera sobre el suelo cubano, por razón de su sangre española. El bloqueo de los puertos de la Isla no tiene otro objeto. No sólo es dañoso a los españoles, sino que afecta también a los cubanos, completando la obra de exterminio que comenzó con nuestra guerra civil.
Ha llegado, por tanto, el momento supremo en que olvidemos nuestra pasadas diferencias y en que, unidos cubanos y españoles para nuestra propia defensa, rechacemos al invasor. España no olvidará la noble ayuda de sus hijos de Cuba, y una vez rechazado de la Isla el enemigo extranjero, ella, como madre cariñosa, abrigará en sus brazos a otro nueva hija de las naciones del Nuevo Mundo, que habla en su lengua, profesa su religión y siente correr en sus venas la noble sangre española. Por todas estas razones, General, propongo a usted hacer una alianza ambos ejércitos en la ciudad de Santa Clara. Los cubanos recibirán las armas del Ejército español y, al grito de ¡viva España! Y ¡ viva Cuba!, rechazaremos al invasor y liberaremos de un yugo extranjero a los descendientes de un mismo pueblo”.


Su afectísimo servidor,

Ramón Blanco ErenasCapitán General


La alienación de los independentista con los norteamericanos, a pesar que tanto su presidente en funciones, como el predecesor nunca reconociera al gobierno de la república cubana en armas. Queda manifestada no solo en acciones sino en documentos como la carta de respuesta que da Máximo Gómez Blanco, ese mismo día, 5 de Marzo 1898


Sr. General Don Ramón Blanco
Señor:
Me asombra su atrevimiento al proponerme otra vez términos de paz, cuando sabe que españoles y cubanos jamás podrán vivir en paz en el suelo de Cuba. Usted representa en esta Cuba una monarquía vieja, desacreditada, y nosotros combatimos por un principio americano, el mismo de Bolívar y de Washington.
Usted dice que pertenecemos a la misma raza y me invita a luchar contra un extranjero; pero usted se equivoca otra vez, porque no hay diferencias de sangre y raza. Yo solo creo en una raza, la Humanidad, y para mí no hay sino naciones buenas o malas. España ha sido, hasta aquí, mala, cumpliendo en estos momentos los Estados Unidos hacia Cuba un deber de humanidad y civilización. Desde el atezado indio salvaje hasta el refinado inglés un hombre es para mí digno de respeto, según su honradez y sentimientos, cualquiera que sea el país o raza a que pertenezca o la religión que profese.
Así son para mí las naciones, y hasta el presente sólo he tenido motivos de admiración para los Estados Unidos. He escrito al presidente McKinley y al general Miles. No veo el peligro de exterminio por los Estados Unidos a que usted se refiere en su carta. Si así fuere, la Historia los juzgará. Por el presente sólo tengo que repetirle que es muy tarde para inteligencias entre su ejército y el mío”.


Su afectísimo servidor, Máximo Gómez Báez

Carlos Manuel Estefanía

2 commentaires:

  1. bueno....al final era verdad..no hubo peligro de exterminio ninguno...

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  2. aquellos se alinearon con los yankis para lograr de una vez la independencia,apoyandose en una gran nación...tú quieres que nos alineemos co Espania...y todo son intereses y más intereses

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